En la adolescencia, maduramos físicamente, y también comenzamos a querer expresarnos a través de nuestra genitalidad. El medio nos proporciona muchos estímulos hacía el sexo: programas que muestran vínculos románticos o eróticos, avisos publicitarios que exhiben cuerpos con poca ropa o en escenas erotizadas, letras de canciones, etc. Corremos el riesgo, con tantos mensajes de este estilo, de desarrollar una imagen muy parcializada del amor, como si existiera un solo contexto para el mismo, y se ejerce mucha presión para que seamos como esa imagen.
¿Cómo pensarla más ampliamente, para vivirla con mayor profundidad? A medida que uno madura, tiene la responsabilidad de pensar en sus propios valores con relación a muchos vínculos: de familia, de amigos, y amorosos también.
Los sentimientos acerca del sexo, el compromiso afectivo con otra persona, las responsabilidades implícitas en tener una vida sexual activa, el embarazo y su prevención y las enfermedades transmitidas sexualmente (ETS) son todos temas para pensar seriamente a medida que maduramos.
El sexo es divertido si todos están de acuerdo en lo que desean hacer. No importa lo que hayas hecho o decidido antes: siempre tienes el derecho de cambiar de opinión. Nadie debe obligarte a hacer algo que no quieras hacer. Siempre tienes el derecho de decir que no.
Hay muchas maneras de disfrutar del sexo, y puedes hablar sobre ellas, con amigos y con adultos, aunque no las hagas. Cuando nos comunicamos, ayuda a conocernos, cotejar lo que pensamos con otros, y acercarnos a los demás. La sexualidad se expresa dentro del marco de vínculos y se enriquece acompañada de emociones felices, cuando las damos y las recibimos. ¡Habla de sexo! Comunícale a tu pareja lo que sabes, y también a tus amigas y amigos, inclusive a tus padres y a tus maestros, si es que puedes.
Es difícil ser distinto o tomar decisiones distintas a las de tus amigos. Pero, lo que tus amigos/as elijan hacer podría no ser lo que tu quieres.
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